Diciembre, enero… el momento soñado para descansar, viajar, desconectarse. Pero para muchos hogares, también es el momento en que se exponen las vulnerabilidades: casas vacías, sin vigilancia constante, con señales visibles de ausencia. Por eso, antes de cerrar valijas, vale detenerse un instante y pensar: ¿qué medidas estamos dejando activas para cuidar nuestra vivienda?
En nuestro país, los meses de verano suelen venir acompañados de un aumento significativo en los delitos contra la propiedad. De acuerdo con distintos informes de seguridad y estadísticas provinciales, durante diciembre y enero los robos a viviendas crecen más de un 25 % respecto al resto del año. El fenómeno no sorprende: con muchas familias de vacaciones, barrios más vacíos y rutinas alteradas, los delincuentes aprovechan las señales de ausencia que se hacen evidentes.
Según datos del Laboratorio de Investigaciones sobre Crimen, Instituciones y Políticas (LICIP) de la Universidad Torcuato Di Tella, casi un 29 % de los hogares argentinos ha sido víctima de algún tipo de delito, y dentro de ese universo, cerca del 12 % corresponde a robos en domicilios cuando sus ocupantes estaban ausentes. La tendencia se replica especialmente en la provincia de Buenos Aires, donde en 2024 se registraron más de 128.000 denuncias por robos, lo que representa un incremento del 18 % frente al año anterior.
Las causas son múltiples, pero la oportunidad suele ser determinante: la acumulación de correspondencia o publicidad, la falta de movimiento visible y la exposición pública de los viajes en redes sociales funcionan como señales que los delincuentes “leen” con facilidad. Por eso, planificar medidas de seguridad antes de salir de vacaciones no solo es prudente, sino necesario.
Contrariamente a “alguna cámara suelta”, un sistema profesional bien diseñado e instalado implica: